
“En la tradición de Shambhala, decimos que la valentía viene del darse cuenta del miedo. Del mismo modo, cuando experimentas depresión matutina, es posible animarse. Esa situación es genuina y es bastante trabajable. Desde la depresión matutina y el terror que produce, podemos pasar inmediatamente a la bondad fundamental. Aprendemos a rechazar el terror a la depresión matutina y a pasar en el acto, a la bondad fundamental”
Capítulo extraído de Libro “Great Eastern Sun. The wisdom of Shambhala” (El Sol del Gran Este. La sabiduría de Shambhala) de Chögyam Trungpa Rinpoche, publicado en 1999 por Shambhala Boston London, páginas 26 a 36.
Traducido al español por el Comité de Traducciones del Centro Shambhala de Santiago.
Todo el proceso del aprendizaje Shambhala está conectado con el cómo manifestar de modo que podamos actuar sin engaño. Tenemos que empezar por el comienzo, llevarlo hacia la cima, por así decirlo, o comenzar desde la base hacia arriba. Se te invita a que te unas a nosotros. Como dicen, la caridad empieza por casa.
Hay muchos problemas internacionales, y en el mundo entero, el caos aparece en todo momento; lo que obviamente dista de la expresión de una sociedad despierta. En el pasado, diversas disciplinas o creencias, tales como el cristianismo, el judaísmo, el hinduismo, el Islam y el budismo, tuvieron gran dignidad. Hubo entre los antiguos, personas extraordinariamente sensatas que trabajaron para hacer que el mundo valiera la pena y su sabiduría se transmitió de generación en generación. Sin embargo, ha habido un problema de corrupción. El mundo ha sido seducido por el materialismo físico, tanto como por el psicológico, ¡y para qué hablar del materialismo espiritual! El mundo está poniéndose amargo. Nuestras medidas pueden parecer pequeñas en este momento, pero estamos tratando de endulzar el mundo. A la larga, anhelamos ofrecer algo que vaya más allá del gesto simbólico. Deseamos hacer una contribución efectiva al desarrollo de la sociedad iluminada. Eso comienza aquí mismo.
El punto primordial siempre está presente, es esa chispa de bondad que existe incluso antes de que pienses. Nos lo merecemos. Todos tenemos, incondicionalmente, esa posibilidad de alegría, la que no está conectada únicamente con el dolor o con el placer. Posees la capacidad de que en un segundo, sientas lo qué debes hacer. No es el resultado de tu educación; no es algo científico o lógico; simplemente captas el mensaje; luego actúas: sólo lo haces. Esa cualidad humana básica de abrirse repentinamente es la mejor parte del instinto humano. Sabes qué hacer, instantáneamente, al momento: es algo fantástico. Lo denominamos el punto o bondad fundamental e instinto incondicional. Cuando experimentas el instinto verdadero, no piensas: sólo lo sientes, al momento. La confianza básica consiste en saber que existe algo así como una chispa de bondad fundamental. Y aunque te encuentres en la peor de las peores circunstancias, aún así, esta bondad efectivamente existe.
De la confianza viene la renuncia. Renuncia es tradicionalmente un término para rechazar o abandonar algo. Pero en el uso shambhaliano, el término renuncia no significa abandonar algo como el alcohol o los cigarrillos o el sexo. La renuncia, desde esta perspectiva, está conectada con saber, o con un sentido general de discriminación. Discriminación, desde el punto de vista del diccionario, podría significar el botar algo malo y recoger algo bueno. Pero en el mundo de Shambhala, la discriminación significa ver o pensar con claridad. A lo que se reduce es a la precisión. Todo lo que no sea preciso se rechaza. Cuando hablamos del modo de vida shambhaliano o acerca de sincronizar mente y cuerpo en su conjunto, todos esos puntos están conectados con el cómo estar ahí, cómo ser precisos. A través de la disciplina y del entrenamiento, el cuerpo y la mente pueden ir embelleciéndose. Renuncia no significa que desarrolles una actitud ganadora y que critiques o rechaces a otras personas que no han practicado. Simplemente nos enorgullecemos de nuestra propia vida, de nuestra propia existencia, de nuestra chispa, brillo, intrepidez y condición de guerrero. El gozo de la bondad fundamental es la clave para todo eso.
Después de experimentar ese primer punto, ¿cuál es el siguiente? Lo que viene en seguida es el aprecio de ese primer buen pensamiento, al que se le llama pincelada. Saliendo del primer punto, viene el manejo del pincel, tal como cuando realmente tocas el papel con pincel y tinta. Primero, tocas el fundamento, el lienzo o papel, luego creas un trazo, una caligrafía o una pintura. El trazo de la bondad está conectado con el segundo pensamiento. Desde el primer pensamiento -el punto-, extiendes el segundo pensamiento, que surge de la gentileza. No estás tratando de luchar con tu propio mundo o de destruir algo ni estás tratando de ganar algo en términos personales. Éste es sólo el primer destello, luego surge una sensación de continuar eso.
Si eres una persona auténtica y veraz contigo misma, a medida que realizas tu pincelada, comienzas a darte cuenta de lo que es bueno y de lo que es malo para ti. Aquí nos estamos refiriendo al trabajar más profundamente con nuestro instinto básico de seres humanos, más que a operar a un nivel puramente materialista, científico o analítico. Sin embargo, no estamos diciendo que los seres humanos sean animales que necesitan ser convertidos en seres humanos. Ésa no es la idea de una sociedad iluminada. Más bien, estamos diciendo que eres tú mismo o tú misma quien está a cargo de tu existencia como ser humano y que puedes trabajar con lo que tienes. Puedes desarrollar ese sentido de instinto básico, que es puro y absolutamente inmaculado. Habrá obstáculos, preguntas, críticas, disyuntivas morales y éticas, pero puedes vencer esos obstáculos al actuar como un ser humano verdadero, que está destinado a ser bueno. Ya eres una persona digna y capaz, así es que, ¿por qué no lo haces? De eso se trata.
El punto de partida, ese primer deleite, ese punto, podría ser cualquier experiencia que hayas vivido. Imagina que tienes una sed tremenda y se te ofrece un vaso de agua helada. El primer pensamiento o el punto, ocurre cuando sostienes el vaso de agua y estás a punto de beber, sabiendo que eso es lo auténtico, lo que mitigará tu sed. Entonces, con el vaso en la mano, acercas el brazo a tu boca, inclinas tu cuello, elevas el vaso y comienzas a beber. Con esta idea, la conexión, el primer deleite, el trazo consiste en que estás disfrutando de esa bondad fundamental. Por sorprendente que sea, cuando tienes mucha sed, mientras bebes un vaso de agua, tu mente está casi absolutamente sin ansiedad. Lo puedes probar tú mismo. Mientras estás bebiendo un vaso de agua no tienes pensamientos. Estás simplemente sincronizando la mente y el cuerpo, en su totalidad, al beber ese agradable y fresco vaso de agua. Ésa es la noción de la pincelada.
La pincelada es la suavidad que acompaña el aprecio por la bondad fundamental. Funciona de esa manera, como todo en la vida. La analogía más cercana que se me ocurre en este momento, es la bondad fundamental general al beber un vaso de agua helada. Quizás no sea la estación del año para decir esto, pero, estoy seguro, se lo pueden imaginar. Tienen una idea y luego continúan con ella. Cuando te involucras en ese proceso, casi no hay pensamiento. El gozo de la bondad. Bondad con la que no le causas dolor a nadie ni estás siendo indulgente contigo tampoco.
Veamos ahora la segunda parte de la renuncia, ésta podría ser ligeramente dolorosa. Es una sensación de postergación, acompañada de una sensación de tristeza, hacia lo que se conoce como el mundo del sol poniente. En ese mundo no hay visión eterna, ninguna visión de futuro; y tu visión está simplemente conectada con la muerte y con el término de las cosas. Todo se oscurece. La oscuridad absoluta está a punto de llegar y ni siquiera podemos vernos unos a otros en esa profunda oscuridad sin sol. El sol poniente es la noción de depresión eterna. A veces, cuando te deprimes, cuando te sientes mal, sin ninguna razón, despiertas por la mañana y te sientes inútil, terrible. Podemos recurrir a nuestras experiencias para justificar esa sensación: me siento mal porque no tengo dinero; me siento mal, porque no tengo amigos; me siento mal, porque algo ha fallado en mi vida; me siento mal, porque no estoy a la altura del desafío de esta tarde, despedir a alguien del trabajo; me siento mal, porque me dejó mi marido.
En realidad, nuestra depresión matutina, no tiene absolutamente ninguna lógica; es la maldición del sol poniente. Sin saber cómo ni por qué, ya no te se sientes tan bien. Después, esgrimes todo tipo de explicaciones lógicas de por qué estás deprimido o deprimida. Hay una sensación de muerte. Para algunas personas esta sensación es invasiva y de atenaza más y más profundamente, llevándolas a una mentalidad suicida. El otro enfoque es reemplazar o reprimir tu depresión haciendo algo muy loco o irresponsable. Todos conocemos esta depresión fundamental.
Hacemos toda clase de cosas para evitar la depresión: como esperar en casa, cada mañana la llegada del periódico, o incluso ver Plaza Sésamo (Famoso programa infantil de los 70-80, de gran éxito en EEUU y Latinoamérica) con nuestros hijas e hijos o sin nuestros hijas e hijos. Hay montones de ayudas para olvidar la depresión, y se gastan miles de millones de dólares en esos intentos para conseguir ser personas más felices. En Inglaterra, a mucha gente le gusta llevarse el té a sus cuartos de baño, lo beben y se dan un largo baño de tina. Muchos de nosotros recurrimos a las revistas y a la comida para animarnos. Llamamos a un amigo o a una amiga para juntarnos, con la esperanza de mitigar nuestra depresión matutina, con la expectativa de conversar con alguien y arreglar una cita para almorzar. Pero ¿qué hay de la tarde? ¡Eso todavía no le hemos abordado!
Es posible que quieras hacer planes por adelantado, sabiendo que quizás todos los días, al despertar, podrías deprimirte. Así es como planificas unas vacaciones para ir a esquiar, hacer surf o nadar. Necesitas tomarte unos días libres, libres de qué, eso nunca lo sabes, pero planificas el tiempo libre, diciéndote que lo pasarás bien aquí y allá. Tratas de mantener las cosas organizadas, incluso con unos pocos días de anticipación para evitar tu depresión de las mañanas. Durante tres semanas vas a ir aquí , aquí y allá, y vas a hacer esto y esto y esto otro. Te dices que no deberías deprimirte, porque hasta puedes disfrutar por adelantado lo que has planeado. De esta manera puedes seguir casi indefinidamente haciendo lo mismo.
Ésa es la idea básica del sol poniente. Se construyen hoteles para promocionarla y líneas aéreas para contenerla. Todo funciona para ayudarnos a olvidar nuestra depresión de las mañanas. Desde el punto de vista de la bondad fundamental, somos capaces de generar nuestra dignidad y bondad personales. Por lo tanto, ceder a esa mentalidad de sol poniente resulta patético y bastante triste, muy triste. Y va a hacer cada vez más triste, a medida que el tiempo pase, a menos que hagamos algo distinto que sea pertinente. Sin lugar a dudas, al mundo moderno se le ocurrirán ayudas adicionales y más sofisticadas para evadirse completamente de cualquier realidad de depresión y para garantizarnos un mundo de sol poniente en un millón por ciento. La alternativa consiste en que, habiendo experimentado el gozo de la bondad fundamental y la tristeza del mundo del sol poniente, cultivemos la renuncia real, consistente en saber qué aceptar y qué rechazar.
Ahora, necesitamos entender otro punto de referencia, el de las tendencias habituales. Me gustaría dejar muy en claro que no estoy diciendo que nos encontramos atrapados en nuestras tendencias habituales. Cuando se es cariñoso con un perro, él siempre moverá la cola. Del mismo modo, si le decimos “hola” a alguien, él o ella, automáticamente nos sonreirá. Pero estos son reflejos más que tendencias habituales. Las tendencias habituales a las que me estoy refiriendo aquí, son las tendencias de nivel medio, las que definitivamente pueden superarse. Ya sea según la sabiduría del Buddha o según la sabiduría de Shambhala, somos básicamente buenas personas, poseemos lo que se conoce como bondad fundamental. Entonces, desarrollamos una serie de trucos y ocupaciones innecesarias. Desarrollamos truquillos para escudarnos y ocultar nuestra vergüenza o nuestro dolor o nuestra desnudez. Ésas, sí que son tendencias habituales, pero no son fundamentales. Simplemente son tendencias habituales temporales. Es como si tuvieras un edificio con bonitas, blancas y suaves paredes estucadas. Si no soportas las paredes blancas sin adornos, podrías decidir cubrirlas con un papel mural colorido para alegrarlas. Las tendencias habituales de las que hablamos aquí son como el papel mural que pusiste, pero puede quitarse. El papel no se incrusta en la pared; no echa raíces profundas en la pared. Es una capa superficial de cierto tipo, llamada “tendencias habituales” a las que, definitivamente, debe renunciarse.
Al ver la bondad fundamental en sí mismo, en sí misma y ver la tristeza que nos ofrece el sol poniente, estamos en condiciones de hacer algún tipo de sacrificio. Podemos sacar el papel mural, sacar ese enchapado. El aspecto negativo de la renuncia, por así decirlo, es lo que rechazas o evitas. En este caso, estás rechazando la auto indulgencia, la simple auto complacencia. Si la rechazas, tienes una pared estucada limpia y blanca. Lo que aceptas, en el lado positivo, es el cultivo de la auténtica condición de guerrero. En la tradición de Shambhala, decimos que la valentía viene del darse cuenta del miedo. Del mismo modo, cuando experimentas depresión matutina, es posible animarse. Esa situación es genuina y es bastante trabajable. Desde la depresión matutina y el terror que produce, podemos pasar inmediatamente a la bondad fundamental. Aprendemos a rechazar el terror a la depresión matutina y a pasar en el acto, a la bondad fundamental.
El resultado es que tienes una mejor relación con tu pareja, tu cocina está más limpia, tu agenda diaria se cumple a tiempo; y todo ello porque no tienes una lucha tremenda, incluso en lo más pequeño, en lo más mundano. Podrían pensar, ustedes, que esto es simplemente un concepto de felicidad tipo “Querida Abby” (N del T: Título de una columna periodística estadounidense en la que los lectores piden consejos) pero de hecho, estamos hablando de cómo desarrollar una sociedad iluminada. La sociedad iluminada comienza a nivel del lavaplatos, a nivel del dormitorio. De otro modo, no hay sociedad iluminada y todo es un engaño. De modo que la auténtica renuncia es saber qué aceptar y qué rechazar, y cómo salir y valorar la depresión como si fuera una escalera. Cuando colocas tu pie sobre el primer peldaño de esta frágil escalera, te preguntas si te va a sostener. Podrías caer. Pero a medida que llegas al tercer, cuarto y quinto peldaños, te das cuenta que, aunque sea tambaleante, te va a llevar hacia arriba, que el viaje vale la pena.
De esta manera puedes comenzar a trabajar con la depresión matutina incial. Primero, te preguntas si puedes o no trabajar con ella, pero una vez que has subido al menos cinco peldaños o tienes cinco pensamientos –que son extraordinariamente rápidos, de manera natural, de manera natural pensamos también, con la misma rapidez, en nuestra propia seguridad–, entonces, te das cuenta de que tu depresión matutina está bien. Puedes trabajar con ella, puedes caminar sobre ella y te llevará a la bondad fundamental. Ascender por la escalera de tu depresión matutina es la noción de la pincelada. El punto corresponde a poner el pie sobre el primer peldaño de la escalera, que es tambaleante; entonces te interrogas… luego sigues y está bien.
Deberías tener un sentido de auto respeto y auto bienestar a lo largo de tu vida. Cuando caminas por la calle, no te apures. Simplemente haz un paseo agradable. Sé tu mismo, apréciate. Valora incluso tus pensamientos subconscientes. Aprecia que eres un ser humano completo. Tus brazos y tus piernas y tu cabeza no están volando en todas direcciones a causa de tus pensamientos agitados, sino que sigues siendo como un buen ser humano con tus zapatos y tu corte de pelo, quizás llevando anteojos, una corbata y chaqueta, caminando sobre la buena tierra, sobre la buena calle. Haz simplemente eso, sólo camina amablemente. Sólo hazlo. Entonces, comenzarás a sentir que estás haciendo tu trabajo real. No es siquiera un trabajo, sino que en realidad estás siendo lo que deberías ser. Después de eso, puedes aprender a comer apropiadamente, a beber apropiadamente, incluso a orinar de manera apropiada. Todo surge de esa sensación básica de ser y de sanidad. Eres de una pieza cohesionada y no un ser inconexo. Ésta es una experiencia muy común y corriente, ocurre a toda la gente constantemente, pero no la consideran como una buena señal; te limitas a pensar : “¡Oh!, olvídalo”. De acuerdo con las enseñanzas budistas, las personas siempre tienen en sí mismas ese destello de naturaleza búdica, pero no lo reconocen. Esto es lo mismo.
La sabiduría de Shambhala no es producto de un accidente. No es que alguien simplemente parezca estar haciendo lo correcto y que ahora les estamos confiando a ustedes su mensaje. Más bien, esta sabiduría tiene patrimonio y antecedentes muy valiosos. Se remonta a varios miles de años de tradición básica, desde una sociedad de gente iluminada, de grandes guerreros del pasado. Esta tradición proviene de personas de orientación shambhaliana que lo han logrado; a su vez, han sido extraordinariamente amables al permitirnos usar su sabiduría y permitirnos practicar de esta manera.
Podemos encontrar esta sabiduría incluso en medio de la peor de la peor de las situaciones . Las políticas y normas en Sudáfrica fueron terriblemente problemáticas durante muchos años. No obstante, Sudáfrica,acuñó el Krugerrand, una excelente moneda de oro. En toda situación, siempre hay cierta dignidad, cierto elemento como el oro. En este momento, el Tíbet, como país ha desaparecido. Los chinos ocuparon mi país y están torturando a mi gente. Es bastante horrendo, todo es tan malo como en Sudáfrica. Los tibetanos fuimos incapaces de evitar esa situación. Sin embrago, la sabiduría tibetana ha escapado. Ha sido llevada fuera del Tíbet. Tiene algo que decir, algo que ofrecer. Nos da dignidad como tibetanos.
Por otro lado, a pesar de que Occidente posee una tecnología tremenda, ésta viene acompañada de una enorme arrogancia. Aunque eres capaz de aterrizar en la luna, la tecnología en sí misma no es la gracia salvadora. Deberíamos apreciar las tradiciones de sabiduría básica que se han preservado. Es absolutamente maravilloso tener respeto por la sabiduría. No estás recibiendo la sabiduría de Shambhala porque te has ganado la lotería. Has llegado a esta tradición con un interés y un respeto auténticos. Esto, de ningún modo, es algo fortuito. No es por casualidad que tengas el número premiado y por eso estás aquí. No eres un ser subhumano que deambula en un paraíso perdido, tratando encontrar respuestas a tus preguntas, ni espera encontrarse súbitamente con la manera correcta de hacer las cosas.

El aprendizaje de Shambhala está dirigido a educarte para ser una persona honesta, una persona genuina, no un impostor. La práctica de meditación sentada es el vehículo principal para lograrlo, de modo que me gustaría reiterar la importancia de la práctica. Cuando practicas, tomas tu asiento y tienes una noción de la respiración, sin cuestionarte ni desmoronarte en la mitad del proceso. Sólo dejas fluir la respiración. Estás sentado sobre la Tierra. Esta Tierra te merece y tú mereces esta Tierra. Éste es un punto muy importante. El concepto básico de unir el Cielo y la Tierra es que estas allí, de manera plena, personal, y auténtica.
Al practicar de esta manera, experimentamos las enseñanzas de Shambhala muy directamente. Nuestro aprecio por las enseñanzas conlleva un aprecio natural hacia el maestro. Debido al respeto por la sabiduría, podemos apreciar a su portavoz, el mayor. Mayor en este caso no se refiere a alguien que sea cronológicamente de más edad. Más bien, es alguien que ha trabajado, practicado y evaluado la sabiduría de Shambhala. Es alguien que ha sido capaz de sobrevivir en el mundo del sol poniente. De hecho, este tipo de persona es capaz de brillar y proyectar un buen mensaje que tendrá una influencia en los demás. Es bastante notable que tenga la disposición de compartir su compasión y su ilimitada bondad con otras personas. Esas personas existen, y este linaje, esta tradición guerrera, es digna de respeto.
A menudo pensamos que podemos comprar sabiduría. La gente ha gastado muchísimo dinero tratando de hacerlo, pero son incapaces de lograr algo. Es muy importante darse cuenta de que la sabiduría no puede ser comprada ni vendida, sino que tiene que ser practicada personalmente. Sólo entonces empezamos a comprender el valor de la sabiduría: no tiene precio.
Traducción al español del Comité de Traducciones del Centro Shambhala de Santiago de Chile del libro “The Great Eastern Sun, the Wisdom of Shambhala” por Chögyam Trungpa, editado por Carolyn Gimian. © 2000 de Diana J. Mukpo.
El capítulo se publicó en inglés en la revista Shambhala Sun, septiembre de 1999, Halifax, www.shambhalasun.com
Se reproduce gracias a Shambhala Publications, Inc., Boston, www.shambhala.com